miércoles, 3 de marzo de 2010

El pregón por excelencia





Y tras el Gran Poder, la Virgen de Sevilla, ¡La Macarena! Primor Doloroso hecho suspiro, triunfo, canción y júbilo desbordado, y a la que no hay necesidad de ensalzar en absoluto, ya que el pueblo con exacto sentido y con voz inefable, sólo necesitó el breve espacio de los cinco versos que componen una saeta para definirla:

No es preciso que te alaben
bella perla de San Gil,
porque todo el mundo sabe
que de frente y de perfil
más buena moza no cabe.

Y es verdad Madre mía; y es verdad Esperanza nuestra; es verdad y bien lo sabemos todos. Pero al soñarte de regreso a tu templo después de perfumar con tu bendita gracia las calles de Sevilla y de haber abierto el cielo de par en par sus puertas sobre el rincón luminoso de tu barrio convertido por Ti y para Ti en antesala de la Gloria misma, mi corazón rompe como en grito devocional, que vuelve a repetir esa Letanía compuesta también para Ti. Para Ti, Macarena que eres Sevilla en requiebro. Andalucía en su más hondo y auténtico perfil. España en razón y fondo. ¡El Cielo mismo hecho Luz y Caricia, sobre nosotros y siempre con nosotros! Para Ti, Macarena porque:

Como Tú ninguna
Estrella de la mañana
de morena de juncal
y de Gracia sevillana.
Pero como Tú ninguna,
porque Tú eres la Giralda
en repique de alegría
por los caminos del alba
y también Torre del Oro
entre espumas recamada,
y Guadalquivir de encajes
con orillas de esmeralda,
porque en su cauce navegue
tu pena de sal amarga.
Pero como Tú ninguna,
porque Tú eres la bandera
del candor y la ternura,
en el mástil de esta tierra
rincón de amor y ventura,
y eres su calle de cielo,
y eres su plaza escondida,
y eres cristal de sus fuentes,
y eres luz de esquinas,
y eres flor de sus jardines,
y eres venda de su herida,
y eres su escudo de gloria,
y eres sangre de su vida,
y eres árbol de su sombra,
y eres rosa de su espina,
y eres ala de su vuelo,
y eres campana en su arista
y eres perfume en su ambiente,
y eres color de sus días,
y eres copla en sus sentires,
y eres su faro y su guía.
Por eso a Ti Macarena,
tallada en jardín de brisas
con las gubias celestiales
del dolor y la sonrisa,
te hicieron la Soberana
de las Legiones Divinas,
te coronaron de estrellas,
te proclamaron Bendita,
y te bajaron los ángeles
para dejarte en Sevilla.
Por eso Reinas habrá,
pero como Tú ¡Ninguna!


D. Antonio Rodríguez Buzón – año 1956

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